La exposición continua de los niños a contenidos comerciales inundados de estándares de belleza imposibles los hace más vulnerables que nunca antes a sufrir de desórdenes alimenticios que ponen en peligro su vida.
El tratamiento oportuno de estas enfermedades es junto a la prevención, sin embargo esta tarea muchas veces es dejada por los padres en manos de los colegios. Este error puede corregirse con la aplicación de medidas específicas y sencillas como las que explicamos a continuación.
Acompañamiento de los niños: La confianza y la comunicación es fundamental para comprender lo que sucede en la vida de los niños. Es importante que se les explique y oriente ante los mensajes que reciben acerca de lo que es bello o no, vigilando el sano desarrollo de su autoestima. Aprender a aceptarse es tarea de la labor continua de padres amorosos.
Desarrollo de hábitos saludables: A partir del ejemplo en familia los niños aprenden a copiar los costumbres saludables como los correctos hábitos alimenticios y dietas equilibradas. A menos que las condiciones médicas obliguen la exclusión de algún alimento, es preferible evitar esta práctica.
Comer en familia: Permite no solo que los niños aprendan los hábitos que se mencionaron antes, sino que ayuda a que los padres puedan supervisar su correcta alimentación y comportamiento frente a la comida. Establecer horarios regulares ayuda también.
Diversión: Convertir las comidas en momentos felices es la vía para construir una relación entre la comida y aspectos positivos de la vida. Es útil variar el menú para evitar el aburrimiento y usar recetas ingeniosas para promover la dieta equilibrada.
Cuestión de gustos: Experimentar con los sabores y distintos alimentos facilitará la identificación de las preferencias de los niños. Luego de conocerlas será más sencillo adaptarlos a la dieta.
Valorar las diferencias: Tanto como tener buena autoestima y aceptación, enseñarles a los niños a respetar y ver la diversidad como una forma de expresión de la belleza es una herramienta que los ayudará a reforzar su autonomía y opiniones propias, vitales para desarrollar relaciones sanas a futuro.
Creación de objetivos: Conocer los sueños de los más pequeños y ayudarles a apuntar a objetivos que tengan en cuenta sus capacidades, les impulsará a soñar sin sentir frustraciones.
Incentivar la práctica de un ejercicio: Motivarlo a la practica regular de un deporte ayudará su salud, permitirá que se mantenga en forma pero también proporcionará un ambiente sano para animarse a formar amistades constructivas.
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